– Anunciante: Nos gustaría un vídeo promocional para mostrar nuestro cambio de imagen.

– Agencia: Lo veo bien, lo plantearemos en la reunión para saber cómo enfocarlo.

– Anunciante: Estaría bien que incluyese todos los valores de la marca.

– Agencia: Claro, se pueden transmitir fácilmente, tenemos que elegir cómo presentarlos para que gusten y atraigan al público objetivo.

– Anunciante: No me importa cómo lo hagas, los quiero todos dentro.

– Agencia: Tendremos que quedarnos con los valores claves, o el vídeo se nos sube al menos a 10 minutos, y el espectador tiene un tiempo límite de interés.

– Anunciante: Me da igual, al que le interese, se quedará para verlo hasta el final.

– Agencia: ¿Usted se quedaría viéndolo durante 10 minutos?

– Anunciante: Depende. Si tengo tiempo.

Hoy en día nadie dispone de tiempo para ver un vídeo de 10 minutos mientras busca el destino para unas vacaciones perfectas. De hecho nadie posee tiempo para ver un vídeo de 10 minutos. E incluso nos atreveríamos a decir que nadie tiempo, generalmente.

El principal problema llega, y esto, los que trabajamos en publicidad  nos sentiremos identificados, cuando nos proponen una campaña, le devolvemos un conjunto de ideas para mejorar la comunicación, y el anunciante se empeña en querer algo muy diferente, e incluso algunas veces, opuesto.

La publicidad no es un trabajo de clase con macarrones, cartulina y cola blanca para el día de la madre, ya que a una madre siempre le va a gustar lo que hace su hijo, y la falta de objetividad nos nubla la vista. La publicidad es evolucionar y utilizar estos macarrones para gustarles a todos, haciendo por ejemplo, un plato de pasta con tomate. Tenemos muy poco, partimos de menos y con muchas exigencias, y debemos llegar a un acuerdo comúnmente denominado «ni pa’ ti, ni pa’ mi», en el que ambas partes sean flexibles y lleguen a un resultado conjunto.

No siempre tenemos la suerte de que el anunciante sea flexible, en algunas ocasiones es intransigente, y aun a sabiendas de que no podemos incidir mucho en el proceso publicitario, intentamos poner de nuestra parte para que salga bien. En otras ocasiones, llegan anunciantes a la agencia que se dejan llevar, y es entonces cuándo se disfruta realmente de todo el proceso creativo publicitario….

Este es uno de los ejemplos propios de la agencia del caso en el que el anunciante, finalmente, deja su proyectos en nuestras manos, y en el que además y lo más importante: todos disfrutamos haciendo publicidad.

 

 

 

 

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